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La edificación de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, que hoy se contempla en la Avenida de Madrid, es el edificio de mayor antigüedad que se conserva en El Álamo. Se desconoce la fecha exacta de su construcción, pero todo indica que fue en torno a la mitad del siglo XVI, ya que la primera noticia documental data del 29 de mayo de 1605. En su aspecto tanto exterior como interior no son muy notables estos años, debido a que está muy modificada con respecto a lo que fue en su origen.

Se trata de una construcción de planta de cruz latina que ocupa el centro de una avenida heredera del antiguo Camino Real de Extremadura. Hoy absorbida por el casco urbano de El Álamo, en tiempos destacaba como la única construcción levantada completamente en las afueras del pueblo.

Su privilegiado emplazamiento al lado del camino, y contar con un pozo de abundante agua siempre fresca, fue una de las circunstancias más valoradas por todos aquellos que transitaron durante siglos por su lado. Y este hecho fue precisamente lo que propició el episodio más celebrado de su devenir histórico: albergar durante una noche el cuerpo de San Isidro.

Con el paso de los años, la ermita ha sufrido numerosas transformaciones. En sus comienzos, disponía de dos altares situados a ambos lados del central de la Virgen. En uno con el Santísimo Cristo de la Salud y en otro San José. Estas transformaciones se dieron debido a muchos factores, uno de los principales: los desperfectos sufridos durante la Guerra Civil. Además de esto, al tratarse de una construcción con una gran tradición y muchos años es importante su constante conservación y remodelación con el fin de adaptarla a los tiempos actuales, pero sin perder su historia. Durante estos cambios, se perdieron unas pinturas “al fresco” que hubiesen sido un rasgo distintivo de la ermita y un gran recuerdo que traspasar a las siguientes generaciones.